Los niños africanos son de azúcar, las viejas glorias de Hollywood son polvo de diamante y la cabeza de Medusa de Caravaggio sólo es una reminiscencia de un pasado muy lejano que se perfila entre salsa de tomate y espagueti.
Esta enumeración que podría parecer un sin sentido es el coherente mundo artístico de Vik Muniz, el artista brasileño que hace del azúcar, el sirope y el polvo de diamante, entre otros elementos inverosímiles, sus herramientas para crear auténticas obras de arte.
Detrás de lo que se podría considerar una aplicación original y creativa de determinados elementos colocados fuera de su contexto habitual, las obras de Vik Muniz encierran un mensaje mordaz e incluso una crítica frontal como ocurre con la serie de retratos Niños de Azúcar, con la que trata de denunciar las condiciones de explotación infantil que padecen en las plantaciones azucareras.
Una de los proyectos que más notoriedad ha alcanzado es Waste land, para el que estuvo durante tres años en el vertedero más grande de Río de Janeiro y en compañía de una pequeña cuadrilla de “catadores” (nombre que reciben las personas que viven de lo que encuentran en la basura) realizó la serie Retratos de Basura.
Estos retratos eran en muchos casos reinterpretaciones de obras…
Vik Muniz. Diseño original y crítica mordaz
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