El mundo de la pintura recuerda estos días a Frida Kahlo conocida por su arte íntimo, poético y natural. Magdalena Carmen Frida Kahlo nacida en México un 6 de julio de 1907 fue una aceptada poetisa y flamante pintora. Sus obras, impregnadas de la sensibilidad propia que de ella emanaba, han sido en ciertas ocasiones erróneamente definidas como pintura de estilo “surrealista”, a pesar del rechazo de Frida de ver designado su arte bajo esa catalogación.
A la temprana edad de 18 años sufrió un grave accidente de tráfico que la dejó postrada durante largos periodos de tiempo, etapa que aprovechó para pintar y desvelar al mundo sus grandes dotes en el arte de la pintura. Su producción artística destaca por la puesta en escena de autorretratos donde el espejo se convirtió en su herramienta imprescindible, dejando claro que las obras eran un reflejo de su realidad y nada fantástico o surrealista. En sus cuadros manifestaba sobre todo los episodios más duros y trágicos de su vida y expresaba, a modo de protesta, preocupación respecto a temas femeninos y asuntos de importancia general, sacando a la luz su espíritu más reivindicativo.
En los retratos solía dibujarse con vestidos o faldas largas propias de su país, pelo recogido en forma de moños trenzados y joyas de estilo precolombino con la intención de reivindicar su identidad popular y carácter nacionalista. Frida se casó con Diego Rivera, un destacado muralista mexicano a quien debió gran parte de su gusto e influencias por el mundo del arte. En 1939 André Breton invitó a Frida a una exposición de arte que se organizaba en Francia para que pudiera mostrar sus obras al mundo y aunque obtuvo un amplio reconocimiento, no será hasta después de su muerte, un 13 de julio de 1954, cuando sus retratos adquirieron la fama merecida. Entre sus composiciones más destacadas encontramos Autorretrato con monos, Las dos Fridas, Henry Ford Hospital y Frida y el aborto.