Cuando se menciona la palabra cómic es inevitable pensar en personajes que dan vida a una trama viñeta a viñeta, pero hay otro elemento sin el que la historia quedaría incompleta y quizás hasta inconexa. Se trata del guión que se transmite tanto en los bocadillos – dando voz y pensamiento propio a los personajes- como en los cartuchos que hacen, en muchas ocasiones, las veces de narrador omnisciente aportando descripciones o datos relevantes para entender el curso de la historia.
Sin desmerecer a ninguno de los elementos que conforman las “historietas”, ya que todos tienen su importancia para que el producto final sea un éxito, es a través de la figura del guionista donde se toman las primeras decisiones como adaptar el argumento al espacio o qué ritmo imprimirá a la historia (teniendo en cuenta que a más número de viñetas, más lenta se hace la lectura).
No es el único criterio que se tiene en cuenta a la hora de crear un marco textual para un dibujo, existen diversos factores de que afectan al contenido pero también a la forma como la composición y la iluminación, entre otros, y que todos ellos persiguen el mismo objetivo: crear y mantener el interés del lector.
